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I. Metchnikoff, transmisor de las ideas de Ph. Mainländer al Psicoanálisis y la Generación del 98

La expresión "instinto de muerte" es habitual en los ámbitos psicoanalíticos desde que la introdujo en 1919 Sigmund Freud en su obra Más allá del principio del placer. Hoy en día parece evidente, sin embargo, que Freud NO fue original al introducir este concepto, que ya había aparecido, en relación, con una pulsión de autodestrucción en Jung (Wandlungen und Symbole der Libido, 1911-12) y en Sabine Spielrein (Die Destruktion als Ursache des Werdens, 1912), aunque es cierto que Freud lo reelaboró de manera personal, dentro de su sistema metapsicológico [cf.: Oscar Fernando Burgos Cruz: "Sobre una posible influencia de Mainländer en Freud", Revista TLAMATI, vol. 6, núm. especial 2 (2015), pp. 7-18].

Iliá Metchnikoff (1845-1916)

Resulta cada vez más claro, asimismo, que tanto Jung como Spielrein (quienes mantenían una estrecha relación y colaboración durante los años de redacción de la obra mencionada del primero) se inspiraron, a la hora de plantear el "instinto de muerte", en la "Voluntad de muerte" ("Wille zum Tod") propuesta por el filósofo alemán Philipp Mainländer, al que debieron de conocer a través de dos fuentes: la Geschichte der Metaphysik de Eduard von Hartmann (1900) y, sobre todo, el breve -pero preciso- resumen que de las teorías mainländerianas hizo el microbiólogo ruso I. Metchnikoff en su libro Études sur la nature humaine. Essai de Philosophie optimiste (Masson & Cie. éditeurs, París, 1903) [al respecto, cf.: "Mainländer, Spielrein, Jung und die Metaphysik des Unwillens. Eine psychologische Transformationslinie", en: Thorsten Lerchner, Mainländer - Reflexionen - Quellen - Kontext - Wirkung, Internationale Mainländer-Studien, Band 3/16, Königshausen & Neumann, Würzburg, 2016, pp.49-105]. Metchnikoff debió de ser el "eslabón perdido", por así decirlo, que permite conectar a Mainländer con el binomio Jung-Spielrein, y luego Freud. Asimismo, como hemos indicado en una entrada anterior de este mismo blog (19-08-2016, "Ángel Ganivet: el Mainländer español"), podría haber sido también Metchnikoff quien sugirió colateralmente las ideas de Mainländer sobre el suicidio y la muerte en algunos autores españoles de la Generación del 98, como Baroja (siendo conocido también por Azorín).

Los Études sur la nature humaine fueron editados en París en 1903, alcanzando rápidamente numerosas reediciones. De la 2ª edición francesa (también de 1903), se encuentra un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid, y otro de la cuarta edición de 1908, en El Ateneo madrileño. Dada la importancia que ha tenido el contenido del capítulo VIII de este libro, en el que se resumen las tesis de Mainländer, me parece interesante ofrecer aquí el texto, en la traducción que hizo Diego A. de Santillán, a partir de la 5º edición francesa (Estudios acerca de la naturaleza humana. Ensayo de filosofía optimista, Ed. Americalee, Buenos Aires, 1945, pp. 204-207):

"Pocas personas (...) han aceptado las ideas pesimistas en su modo de resolver las dificultades y las contradicciones de la vida. Un filósofo pesimista alemán, Mainländer (Die Philosophie der Erlösung, 2 vol. 3ª ed. Franckfort sobre el Main, 1894), que comparte absolutamente las ideas de Schopenhauer sobre las miserias de la existencia humana, combate su opinión sobre la resignación y el Nirvana, como solución al problema general de la vida. Mainländer acepta de buena gana también los tres períodos de ilusión de la humanidad establecidos por Hartmann, pero se opone vivamente a la aceptación de la voluntad de vivir con el fin de favorecer el proceso cósmico. "Cómo, dice, aconsejáis abandonarse al conjunto del mundo al predicar esto: 'Elegid alguna carrera, aprended un oficio cualquiera, ganad dinero, bienestar, gloria, poder, honores, etc., casáos y procread hijos; o, en otros términos: destruid por las propias manos lo único meritorio de vuestra obra: el análisis de la ilusión. Aconsejáis de repente al que ha penetrado dentro de todas las ilusiones que corra tras esas mismas ilusiones, como si una ilusión descubierta fuese todavía una ilusión y pudiese tener algún efecto. (T. II, pág. 637) "Para Mainländer, el problema entero se presenta de un modo del todo distinto. Persuadido, como sus predecesores, de la inanidad de la dicha, se figura el proceso cósmico de una manera original. Según él, la divinidad indefinible existía antes que el mundo. Antes de desaparecer, "esa divinidad dio a luz el universo". Éste se ha convertido en el medio para alcanzar el aniquilamiento completo. "El mundo -dice Mainländer- es el medio para el objetivo de la no existencia, e inclusive el único medio posible para llegar a ese fin. Dios ha reconocido que no es más que por el desenvolvimiento de un mundo real... como es posible pasar de la existencia a la no existencia." En todo caso, Mainländer considera como perfectamente seguro "que el universo se mueve en dirección a la no existencia" (T. I, pág. 25). Este movimiento está caracterizado por el debilitamiento de la suma de la fuerza, de suerte que "cada individuo será, a consecuencia d ese debilitamiento de su fuerza, llevado en su evolución al punto en que su deseo de aniquilamiento podrá ser realizado." (pág. 327) La vida en nuestro planeta debe ser considerada como una etapa hacia la muerte. Para apreciar bien toda la dicha de la muerte, es indispensable gustar de la vida, y es por eso que, en todos los animales, se ha desarrollado un instinto de conservación. El hombre pasa primero por una etapa de su evolución en que es semejante a cualquier otro animal. "Como tal, la voluntad de vivir se sitúa en él ante la voluntad de morir; la vida es deseada de una manera diabólica y la muerte execrada en el mismo grado." "Primero, el miedo a la muerte es aumentado por un lado y el amor a la vida por otro. El temor a morir se acentúa. El animal no conoce la muerte y no la teme más que instintivamente, apercibiendo en ella algo peligroso. El hombre, al contrario, conoce la muerte y sabe bien lo que significa. En ese momento, se da cuenta de su vida pasada y trata de saber lo que tendrá lugar en el porvenir. De ese modo, percibe mucho más, infinitamente más peligros que el animal." En el período durante el cual dura ese estado, el hombre hace todo lo que puede para evitar la muerte y para hacer su vida lo más feliz y refinada posible. Pero esa tase de la evolución no es la última. El pensador llega pronto a esta concepción de que la sed de la vida no es el verdadero objetivo del universo; no es más que el medio para llegar al conocimiento del objetivo profundo y definitivo de la existencia, que es la cesación de la vida. El filósofo no tarda en percibir que la verdadera dicha es cosa imposible y que sólo la muerte es lo que debe desearse. Al resumir todo ese proceso cósmico se llega a esta conclusión: "que todo en el universo es voluntad de muerte, que no está sino más o menos enmascarada cuando, en el mundo orgánico, se presenta como la voluntad de vivir" (pág. 334). Al fin, sin embargo, la voluntad de morir se acentúa cada vez más, de suerte que el filósofo "no ve en todo el universo más que el deseo más profundo de aniquilamiento absoluto y le parece que entiende claramente el llamado que penetra todas las esferas del cielo: ¡liberación! ¡liberación! ¡muerte a nuestra vida! A lo cual la respuesta confortadora dice: Todos hallaréis el aniquilamiento y la liberación!" (pág. 335) Para demostrar de una manera más concreta la marcha de esta evolución, Mainländer traza el estado de alma del que llega a la concepción de la voluntad de morir y que acaba sus días por el suicidio. "Primero, echa de lejos una mirada ansiosa sobre la muerte y se aparta de ella con horror. Más tarde, vuelve en torno a ella temblando y haciendo círculos espaciados. Pero todos los días esos círculos se vuelven cada vez más estrechos y finalmente abarca con sus brazos fatigados el cuello de la muerte y la mira fijamente en los ojos: en es entonces cuando logra la paz, la dulce paz." (pág. 340) Es absurdo creer después de la muerte otra cosa que el aniquilamiento completo. El hombre vulgar teme esa perspectiva. "Pero lo esencial es que el hombre domina el universo por la ciencia" y "el sabio mira fija y alegremente en los ojos a la aniquilación absoluta." (pág. 358) "He llegado -concluye Mainländer- partiendo de la voluntad de vivir de Schopenhauer, a la voluntad de morir, como resultado final. Me he elevado, situándome en los hombros de Schopenhauer, a un punto de vista en que nadie se había situado antes que yo." "Por el momento estoy solo; pero detrás de mí se encuentra toda la humanidad que aspira a la liberación y que se trepa a mí; y veo, pues, delante de mí, el claro y radiante oriente de los tiempos futuros." (II, pág. 242). Me he detenido en esta exposición, no en razón de la solidez de la argumentación de Mainländer, sino únicamente porque este filósofo pesimista se ha mostrado mucho más consecuente que su predecesor. Mientras que Schopenhauer y Hartmann tan profundamente persuadidos de la no existencia de la dicha y de la gran preponderancia del dolor en todas las condiciones imaginables de la existencia, han continuado viviendo, Mainländer, fiel a su teoría, ha acabado por el suicidio tan sólo a los 35 años de edad. Este ejemplo no es probablemente único. Bajo la denominación de la filosofía pesimista, un cierto número de jóvenes, sobre todo entre los que no son suficientemente equilibrados, eligen el camino tan trágicamente trazado por Mainländer. Los hay que se suicidan, otros todavía, y éstos son los más numerosos abrevian su vida por un género de existencia poco racional, persuadidos de que la vida no vale la pena conservarla."

Hasta aquí el capítulo que Metchnikoff dedica a resumir a Mainländer. Creo que la lectura de estas líneas por parte de los autores mencionados -Jung, Spielrein, Baroja, quizás Azorín (a partir de 1903)- explicaría muchas cosas. Por poner un ejemplo: ¿Por qué dice el médico que comenta, al final de El árbol de la ciencia de Baroja que Andrés Hurtado tenía "algo de precursor"? ¿"Precursor" de qué? Pues bien, ya hemos visto cómo Metchinikoff nos transmite las palabras de Mainländer, quien nos dice que él está ahora solo en su apología del suicidio como acto liberador, pero prevé que le seguirán en el futuro otros muchos por este camino... ¿Fue Mainländer el "precursor" que tomó como modelo Baroja para crear el personaje de su genial novela? Ignoramus et ignorabimus...

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